17.5.04

Situación pedorra I

Sobre flatulencias, no hay nada escrito. Pudores, verguenzas, tabúes; me (nos) chupan un huevo.
Resulta que yo estaba en la facultad, un lunes cualquiera a las 9 de la mañana. El aula atestada (unos 200 alumnos), con todo lo que ello implica: calefacción excesiva, humareda de cigarrillos, falta de aire, mate que va y que viene entre apuntes de psicología. La profesora, entonces, da la voz de "ok" para que salgamos a tomar un poco de aire, y yo digo "ah, es buena idea." Salgo del aula, prendo un pucho, y me pongo a leer unos afiches en una cartelera, cuando de pronto, sucede lo inesperado: me tiré un pedo casi perfecto. Aclaro que normalmente guardo este tipo de desahogos para cuando estoy en la intimidad de mi casa, pero ésta vez, bueno, no me contuve. La cosa iba bien hasta que se acercó una chica para pedirme fuego. Para evitar que ella percibiera cualquier tipo de olor desagradable, yo me alejé unos dos metros de ella, saqué mi encendedor, y me quedé mirándola, y ella mirándome a mí; levantando las cejas, como preguntándome para qué carajos me alejaba. La chica entonces volvió a acercarse, todavía con las cejas levantadas, yo acerqué mi encendedor a su cigarrillo, y me dio las gracias, y se fue.
Volví al aula cagado de risa (no literalmente), y el Juanjo me pregunta: "¿?" Y yo respondo: "Nada, me tiré un pedo..." Y Juanjo dice "Ah, qué gracioso..."
Bueh...¿en qué estábamos? Ah, eso: "Psicología de la conducta..." Che, me toca el mate...

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