14.7.04

Five O'clock post II

Sorprende escuchar a los ensayos que hace nuestra cabeza de noche. Hoy me escuché. Dije las incoherencias más coherentes que alguna vez se me ocurrieron, bajo el mismo contexto de siempre. Cuando son las 5 de la mañana, cuando no puedo dormir, cuando veo a la enredadera de la pared del fondo de mi patio invadir espacios ajenos. Y pensé en la enredadera, y en la similitud que enlaza con nosotros. No hay problema, no me voy a poner a hablar de la enredadera, carajo. Es que hablé bastante, y me puse a pensar que qué mejor oyente que yo para escucharme, y qué mejor corazón que el mío para entenderme, y que qué mejores ojos que los que tengo en la cara para verme adentro. Loco esquizofrénico, yo, que antes de irme a dormir me miro a los ojos en el espejo y trato de adivinarme. Cómo voy a poder adivinar al mundo, si todavía sigo tratando de adivinarme a mí.
Y pronuncié algunos ensayos, ridículamente fumados con 2 cigarrillos, y tranquilamente en los aires del helado laurel que se impone en el patio de mi casa. Y me quejé de los tiempos, que en lugar de correr, caminan rengos, y que dibujan manos en el teclado de mi máquina. Y me acordé de que tal vez me ponga a escribir de vez en cuando, para que mis tiempos superen la marca tatuada por el Sr. Destino, y para que pasen rápido e inadvertidos. Escribo para vomitar gritos, y para que el tiempo pase de una puta buena vez. Voy a ganar la batalla contra mi tiempo. Voy a congelarlo; y entonces voy a poder volver a congelar corazones, y guardar miradas adentro de mi mesa de luz.

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