Una vez estaba con un amigo en Mza. tocando el piano y la guitarra. Estábamos grabando todo en un pequeño pasacasettes. Yo, que no soy un virtuoso del piano, cometí algunos errores durante la grabación, y cuando lo escuchamos, mi amigo me dice: "ahí, la cagaste..." "Seh..."(Risitas.)
Otro día, en otoño, en Buenos Aires, yo despotricaba contra el mundo y contra algunas personas -otra de mis insanas costumbres-, y mi interlocutor, que tomaba cerveza conmigo, me dijo: "ahí la cagaste..." Otra vez, algunas risitas.
A principios de año, era invierno en Madrid, como todos los febreros. Yo estaba en el aeropuerto hablando por teléfono con una amiga que estaba en Barcelona y enumeraba errores cometidos, algunos a conciencia y otros a inconciencia. Me dijo, tras 20 minutos de charla: "ahí la cagaste."
Soltamos algunas risitas finales y colgué el auricular de color verde.
Pasaron algunos meses, algunas risas, algunas emociones, y mucha agua debajo del puente.
Y hace 2 horas que estoy pensando muchas cosas. Como padezco de un agudo insomnio y un experimentado sentido de la intuición, estoy pensando: "la he cagado". Mierda. No estoy tan tentado de reírme.
Con mi otro yo, sellamos un pacto bajo un concepto simple y muy transgresor: "Cagarla, a veces, hace mal."
Foto: Copyright Ute 2004
23.12.05
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario