15.12.03

"God" ... o "up!"...como queráis llamarlo...

Bueno, hablemos en serio. O como decía Lía Salgado: “Hablemos claro.”
Es que hoy me puse el traje de “místico”, o algo así. A secas, digamos que estuve pensando en ese señor que un día debe haber dicho “Bueno, sería lindo que hubiera un día con luz y una noche con estrellas. Voy a crear al día y a la noche...” Y después debe haber dicho : “Ah; falta algo en este mundo...Voy a crear al Sr. Adán...” Y después, el Sr. Adán le debe haber dicho: “Che, Papi, me siento solo acá...¿no me tirás un huesito?” Entonces, el “Creador” (a estas alturas, ya era todo un “Creador”), le quitó un huesito a Adán, y le dio forma y vida a la “Sra. Eva”. El Sr. Adán y la Sra. Eva tuvieron muchos hijitos; hoy en día transformados en miles de millones. Algunos de los hijitos se portan mal, otros no tanto, y otros se portan bien. Algunos más crearon el FMI, otros mezclaron el alcohol con la cebada, y nació “Heineken”! Y están los que mezclaron plutonio con nitroglicerina y una pizca de pólvora, y así nació la primer bomba nuclear. Qué pillines!
A otros les pareció buena idea comprarse una guitarra, evadir la escuela y cagarse en todo; y aparecieron cosas tan buenas como Pink Floyd, y cosas tan malas como Los Auténticos Decadentes.

Estaba pensando en Dios. Y me acordé de que la mayoría de las veces sólo me acuerdo de Dios cuando apago la luz al irme a dormir, me doy vuelta, me tapo con la sábana, y suspiro el típico “Ay, Dios...”
No quiero pretender mostrar algo que no soy. No soy extremadamente católico, rara vez voy a misa, rara vez me confieso (no lo creo necesario, porque soy una persona impecablemente buena y humilde). No sé si hay alguien que vaya a leer esto. No sé si puedo ayudar a alguien con esto. Esta no es ninguna pelotudéz “New Age”. Este es mi post. No es “autoayuda”, ni el Dalai Lama, ni el Génesis, ni Playboy. Es mi post.
Me acordaba de todo cuando leía un post de Agente 99, un post profundo y desinhibidamente ángel. Lindo post.
Se vienen los “tiempos de Dios”. Bueno, todos son y fueron “sus” tiempos. Pero ahora se acerca la navidad. Y estuve pensando en todo el mundo; en la manera de festejar; en qué es Dios para un Argentino de 22 años como yo; en las ignorancias extremas (algunos piensan que la Navidad es el aniversario de la creación del mundo, y esto me lo han dicho en la cara con toda la seriedad del mundo; otros ni saben qué significará Navidad y lo toman como una flor de comilona y reunión familiar). A estos últimos, les desearía una “Feliz Reunión Familiar”. No estoy en contra de que, como no son católicos, no sepan un carajo. No estoy en contra de su reunión, ni de que se llenen la panza con 4 kilos de pollo asado, 5 de garrapiñadas, y 3 litros de Fernet. Yo lo hice en su momento, y estuvo lindo. Mucho de Dios no hubo, pero sí un hermoso aire de “Amor Familiar”. Es lindo pensar que es un día de paz; o como dice la canción, una “Noche de paz”.
Este año, yo creí más de una vez, que Dios era un borrado. O, en todo caso, que se había borrado de mi vida. Nada de lo que generé, engendró lo que yo hubiera querido, nada de lo que soñé, se apareció en mi realidad. Nada de lo que construí, soportó los terremotos. Nada de lo que lloré, volvió.
Culpé de todo a Dios. Llegué a amenazarlo, a insultarlo, a rebajarlo. Pero Dios simplemente se mantuvo ahí. Siempre estuvo. A un paso de distancia de mí. Lo suficientemente cerca para alcanzarlo, pero lo bastante alejado como para mi mundano gusto.

Después, pensaba y recordaba cada pasaje, cada tren y cada estación de este 2003. Y como quien arma un rompecabezas, sentí que el destino había moldeado cada pieza de lo que me pasó hasta llevarla a la máxima expresión, tanto de dolor como de fascinación. Tanto de lágrimas como de despertares. Y pude, digamos, “entender” a Dios. Entendí que tal vez todo el tiempo, Dios me estuvo tirando botes salvavidas, y yo no vi ninguno a causa de mi empecinada ceguera y mi resentida terquedad. Entendí que Dios no es una sucursal de “Préstamos de Amor & Sabiduría”, sino una invitación a tomarlo de la mano y a creer que ahí está, a pesar de que lo sueltes.