3.2.04

Trolebuses

68478. Pasajero número 68478. Subo al trole y saco el boleto 68478. Me siento como un número que apoya la cabeza en la ventana. Las luces blancas y débiles conjugan un silencio veloz. Las luces juegan a ser oscuridad. El trole juega a ser fantasma de esta Mendoza desierta y tan poblada. Y yo me empiezo a sentir parte del fantasma. Trole vacío un sábado a las 2 de la mañana; chato y sin querer, agudamente doloroso. Y me miento a mi mismo los 5 minutos que dura el trayecto hasta mi casa. Pero pasan tantas cosas en 5 minutos...
Qué manera de estupidizarme, de pensar en cosas virtualmente ficticias; de entregarme a un viento que nunca se dónde me deja varado. Qué manera de echarle tierra húmeda a Zapatilla Biónica después de tanta risa, de tantos idiotómetros, de tantos tics & tacs. Pero es lo que tengo en las manos: tierra; y está húmeda.
5 minutos de pensar tanto, de prohibirme admitir distancias que bien podrían no existir. 5 minutos de silencioso fantasma trolebus; 5 minutos de sentirme un estigma sentado apoyando la cabeza en la ventana mojada por la lluvia. 5 minutos sin parpadear, sin blanquear la mente. 5 minutos volviendo a pensar que donde sobra el tiempo de uno, bien podrían sentarse a esperar dos. En asientos de dos, que miren hacia atrás. Los trolebuses tienen esos asientos. Y solamente esperar...Hasta el próximo trole.

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