20.4.04

¿Domingo?

Eso es, justamente; yo caminaba por la calle un domingo a las 6 de la tarde con un mate en la mochila verde que le afané a mi hermano porque la roja mía se quedó en el estudio donde trabajo, y una nenita de unos 6 añitos bajó el vidrio de un auto que pasaba y me saludó muy contenta. Y yo no entendí nada, pero le devolví el saludo en el escaso lapso de 2 segundos mientras terminaba de pasar el auto, y sonreí, y el domingo fue más domingo que nunca.

Llegué al parque, y ahí estaba Sun, con su super-cangurito-blanco-con-rayas-rojas, y nos dijimos “hola” y seguimos caminando y viendo cómo todo y todos eran “domingo”.
Facturas con gusto a domingo, mates cebados por mí con gusto a domingo, Camels and Marlboros con gusto a domingo, pastito del parque con textura a domingo, sonrisas con aire a domingo, y chistes pedorros con risas domingueras, también.

La noche cayó suave (como pasan los domingos), abril y sus fresquetes también fueron al parque, y a Sun le dio frío, y a mí también, y dijimos “vamos”, y nos fuimos y cantamos canciones de domingo, caminando a paso de domingo. El abrazo se mezcló con el perfume del domingo, y yo llegué a casa a cenar canelones de domingo, con Sprite del sábado, y a bañarme entre vapores de domingo, y a acariciar a la gata que dormía entre los almohadones que mamá acomodó el domingo, porque era domingo.

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