Que se quede acá, le digo. Algún *yo*, se violenta, y comienza a perseguirnos, y el tercer tiempo muerto se vuelve un péndulo roto.
Que se quede, carajo. No es tan difícil quedarse. Es que irse es borrachera, y yo quiero ser sobrio.
Pero a veces los Cavernets dan esos efectos, rarezas de querer quedarse, pero irse a la punta de la montaña; donde la nieve congela los sentimientos, y porqué no, también, al tiempo.
Yo congelo tiempo e imágenes y si pudiera, congelaría a unas cuantas mentes que cada tanto se cruzan en mi día, en mi cuidad, y en mi país. Congelaría corazones.
1.6.04
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