normalmente estamos aburridos.
algunos días tengo opciones: seguir pensando, o seguir durmiendo. Normalmente opto por lo primero.
y entonces
pasa.
Retrocedo y así. Pienso en los cuerpos. Pienso en todo lo que podría catalizar ahora mediante este puto sistema, que al final nunca cataliza nada. Pero mejor, no.
No.
Solamente me devolverá arrepentimiento. Y tendrá una razón más para histeriquear. O fijarse si hay agua y meter las patitas.
Normalmente soy comparado.
Inconscientemente, soy comparado. No, no tengo brazos que rompan camisetas, ni culo que llene bien los pantalones. No soy brillante. No tengo caudales abandonados esperando ser compartidos por alguien. Pensamiento. Y así se me ocurren más derechos. Los derechos "a".
La intimidad de nuestra cabeza no debería tener tantos derechos. Algún japonés innovador, o algún argentino corto de presupuesto bancado por la Sony deberían inventar un dispositivo que corte con algunos modos de pensamiento predeterminados mediante un corto circulito en tu cabeza. O sea, pensás algo dañino, y: "¿¡'¿¿'?¿?schrách!!!..." Cagaste. Tenés que ocupar la mente en otra cosa.
Esto es ..."es".
no más.
¿Alguien se dio cuenta de la cantidad de pseudo lectores del diario que hay en Plaza Dorrego? Normalmente son extranjeros a la pesca, o gente con mucho tiempo sobrante. piden un trago extraño-intomable-a-las-11-de la mañana, pagan 80 pesos, visten sandalias, y hacen como que leen el diario. Tienen esos celulares diminutos -lo único de lo que suele jactarse el hombre de tenerlo más chico que el de al lado-, miran casi todo el tiempo sobre los anteojos oscuros subidos hasta la mitad de la nariz, y siempre, pero siempre, siempre, tienen uno de esos morrales jipones al lado. Uno nunca sabe qué coño guardan en esos incómodos cosos de mierda, pero siempre llevan uno.
hace 2 semanas estuve buscando un equipito para escuchar cd's. en casa tenemos un viejo Kenwood del '92 que hace un tiempo dijo "basta". Nos quedamos sin lectora de discos, y salí con la peligrosa misión de comprar uno. Fui a todos esos lugares geniales que parecen geniales, son geniales, y tienen publicidades geniales y precios geniales, hasta que uno mira la mercadería de cerca. No hubo Sony, ni Noblex, ni Aiwa, ni Hitachi, ni Poronguex que me convenciera de llevarme uno a casa. Todos parecían pintados con témpera, hechos mitad a cartón prensado y mitad a plástico, frágiles, débiles aparatos de mierda. Debo haber visto unos 30 aparatos distintos -acordes a mi magro presupuesto- y no hubo uno solo que convenciera a mi dócil y desesperada mente por volver a escuchar cd's. Dónde quedaron los aparatos que venían con metal en el frente, con un buen par de bafles reflex, con su correspondiente etiqueta "Made in Japan". Lo sé. Con el 1 a 1. Querida, hay que esperar. Mixes, hay que esperar. quiero un gato siamés.
27.2.06
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